Sentir no es elegir. Es neurofisiología.

¿Por qué no puedo controlar lo que siento?

Una mirada desde la neurofisiología polivagal.

 

“Sentir no es decidir. Sentir es experimentar. Y quien lo experimenta primero, antes que la mente, es el cuerpo.”

¿Cuántas veces has deseado dejar de sentir ansiedad, rabia o bloqueo en una situación cotidiana? ¿Cuántas veces te has juzgado por no poder reaccionar como “deberías”? La experiencia humana está atravesada por un misterio profundamente olvidado: la raíz de lo que sentimos no está en nuestra voluntad, sino en nuestro sistema nervioso autónomo.

Esta afirmación, lejos de ser una metáfora, es una verdad respaldada por la neurociencia contemporánea. En especial por la Teoría Polivagal desarrollada por el neurocientífico Stephen Porges (2011), que ha transformado nuestra comprensión del comportamiento, la salud mental y las emociones.

Comprender esta teoría puede cambiar radicalmente nuestra manera de vivir, educar, acompañar y estar con nosotros mismos.

El cuerpo siente antes que tú lo sepas

El sistema nervioso autónomo (SNA) regula funciones vitales automáticas como la respiración, la digestión o la frecuencia cardíaca. Pero también orquesta nuestros physiological states que determinan cómo nos sentimos, cómo reaccionamos y cómo nos vinculamos.

No es casual que antes de interpretar una amenaza, ya la estamos sintiendo. No es que reaccionamos así “porque queremos”, sino porque nuestro sistema nervioso ha detectado una señal de peligro —real o interpretada— y ha activado una respuesta biológica coherente con su función de supervivencia.

Esto es lo que Stephen Porges llamó neurocepción: un mecanismo no consciente mediante el cual el sistema nervioso evalúa si estamos a salvo, en peligro o ante una amenaza vital. Esta evaluación —automática y sin mediación consciente— activa un patrón fisiológico específico, que condiciona no solo lo que sentimos, sino también cómo percibimos al otro, cómo nos comportamos, cómo pensamos y qué somos capaces de hacer.

La neurocepción actúa como una brújula invisible: no pregunta qué piensas, pregunta si estás a salvo.

Según Porges (2011), esta evaluación biológica precede a cualquier pensamiento, emoción o conducta. Y es ella quien decide si nos abrimos, nos defendemos o nos apagamos.

Las autopistas del sentir: simpático, dorsal y ventral

Gracias a la Teoría Polivagal, sabemos que no existe un único modo de activación o de calma. El sistema nervioso autónomo tiene tres vías principales que definen nuestras experiencias internas:

  1. Sistema simpático:
    Asociado con la acción. Lucha, huida, alerta.
    🔸Fisiológicamente: acelera el corazón, tensa los músculos, hiperactiva los sentidos.
    🔸 Subjetivamente: se traduce en ansiedad, irritabilidad, impulsividad, hiperreactividad.

Ejemplo: Estás manejando y otro conductor te insulta. Sientes rabia súbita, respiración agitada, puños apretados. Tu sistema simpático ha tomado el mando.

  1. Sistema parasimpático dorsal (rama primitiva del nervio vago):
    Relacionado con el colapso, la inmovilidad, el apagamiento.
    🔸Fisiológicamente: lentitud cardíaca, pérdida de tono muscular, caída energética.
    🔸 Subjetivamente: se vive como desconexión, apatía, fatiga extrema, disociación.

Ejemplo: Después de días de sobrecarga, no puedes levantarte de la cama. No hay fuerza ni deseo. Es un estado dorsal.

  1. Sistema parasimpático ventral (rama evolutiva del nervio vago):
    La joya del sistema. Promueve conexión, calma, claridad. Es nuestra base para sentirnos seguros en el mundo y con los demás.
  1. 🔸Fisiológicamente: ritmo cardíaco coherente, respiración fluida, tono facial abierto.
    🔸 Subjetivamente: seguridad, presencia, empatía, energía suave y creativa.

Ejemplo: Conversas con alguien que te escucha con ternura. Te relajas. Te sientes tú.

No se trata de evitar, sino de volver

Cada uno de estos estados tiene una función evolutiva: sobrevivir, proteger, vincular. El problema no está en sentirlos, sino en quedarnos atrapados en ellos sin posibilidad de cambio.

La salud no está en estar siempre en calma. Está en poder regresar a ella.

Esta capacidad de tránsito entre estados se llama flexibilidad autonómica, y es la clave de la regulación emocional profunda. No es pensar distinto. Es sentir diferente porque el cuerpo puede regresar a un lugar seguro.

Cuando el cuerpo responde por ti.

¿Quién decide cómo reaccionas?

Imagina esta escena cotidiana:

Estás en una reunión de trabajo. Alguien cuestiona una de tus ideas delante del equipo. Tu garganta se cierra, el corazón se acelera, tu mente se queda en blanco. Quieres responder con claridad, pero no puedes. Algo en ti se desconecta.

¿Te ha pasado?
Esto no es falta de inteligencia emocional ni debilidad. Es una respuesta fisiológica protectora activada por tu sistema nervioso. Ante una señal social percibida como amenazante, tu cuerpo no espera a que pienses. Actúa para protegerte.

La Teoría Polivagal explica que ante ciertos estímulos —un tono de voz, una mirada, una interrupción—, tu sistema puede interpretar que no estás a salvo, y entonces toma el control.

Lo mismo ocurre cuando:

  • Gritas a tu hijo y luego te sientes culpable.
  • Te bloqueas en un examen que habías estudiado.
  • Evitas una conversación importante sin saber por qué.
  • Te sientes incómodo en un lugar sin motivo aparente.

No lo eliges. Es tu cuerpo el que elige por ti, activando un patrón que ha aprendido a lo largo de tu vida.

¿Qué estado estás habitando?

Una de las herramientas más poderosas que ofrece la Teoría Polivagal es el reconocimiento de los estados fisiológicos. Aprender a identificar en qué estado estás —sin juicio, con curiosidad— es el primer paso para regularte.

¿Cómo saberlo? Aquí algunas señales clave:

  1. Estado simpático: alerta y acción
  • Cuerpo tenso, mandíbula apretada, respiración rápida
  • Pensamiento acelerado, irritabilidad, ansiedad
  • Deseo de controlar, reaccionar, moverse, hacer

👉 Ejemplo: Tu pareja llega tarde. No contesta el teléfono. Sientes una ola de enojo e inquietud. Estás en modo lucha-huida.

  1. Estado dorsal: colapso y desconexión
  • Cansancio extremo, sensación de vacío
  • Dificultad para conectar con otros o contigo
  • Pérdida de motivación, mirada apagada, aislamiento

👉 Ejemplo: Has tenido una semana difícil. El fin de semana, no quieres hablar con nadie. No te apetece nada. Estás en estado dorsal.

  1. Estado vagal ventral: calma y conexión
  • Respiración fluida, mirada suave, cuerpo presente
  • Capacidad de pensar con claridad y actuar con intención
  • Empatía, humor, apertura, disfrute

👉 Ejemplo: Compartes un café con una amiga. Te sientes escuchada. Tu cuerpo se relaja, surge la risa. Estás en estado ventral.

Reconocer el estado no es etiquetarte, es orientarte.
Como si el cuerpo tuviera estaciones internas y tú aprendieras a leer el clima.

No se regula lo que no se reconoce

Una emoción no puede cambiarse solo con voluntad si está sostenida por un estado biológico activado.

“No estás mal por sentir lo que sientes. Estás en un estado que condiciona tu sentir.”

El objetivo no es suprimir la ansiedad, la rabia o el cansancio, sino comprender qué necesita tu sistema nervioso en ese momento.

  • A veces necesita movimiento (salir a caminar, sacudir la tensión).
  • A veces necesita contacto (una voz segura, una caricia, una mirada).
  • A veces necesita silencio y presencia (respirar, apoyar la espalda, habitarse).

Regularte no es controlar. Es acompañarte.

Lo que cambia todo: del juicio a la curiosidad

Cuando dejas de juzgar lo que sientes como un defecto y empiezas a verlo como un lenguaje corporal legítimo, la relación contigo mismo cambia.

“¿Por qué estoy así?” se transforma en:
“¿Qué me quiere decir mi sistema?”
“¿Qué necesita mi cuerpo para sentirse seguro otra vez?”

Y esa pregunta —simple, respetuosa, humana— es el inicio de una nueva forma de habitar tu vida.

La buena noticia es que, aunque no podamos controlar estas respuestas voluntariamente, sí podemos aprender a escucharlas, interpretarlas y acompañarlas, favoreciendo el regreso al estado ventral.

Neurocepción y neuroplasticidad: el arte de sentirse seguro.

La brújula inconsciente que decide por ti

Uno de los conceptos más transformadores de la Teoría Polivagal es la neurocepción. A diferencia de la percepción —que es consciente y deliberada—, la neurocepción es inconsciente, automática y profundamente corporal.

No vemos con los ojos ni oímos con los oídos: vemos y oímos con el sistema nervioso interpretando señales de seguridad o amenaza.

Esto significa que:

  • No reaccionas a lo que pasa, sino a lo que tu sistema interpreta que está pasando.
  • Esa interpretación se basa en pistas sutiles como el tono de voz, and gestos facialespostura corporal o incluso la luz ambiental.
  • Y no depende de lo que tú piensas, sino de lo que tu cuerpo ha aprendido como seguro o peligroso a lo largo de tu vida.

👉 Por eso puedes sentirte inseguro en un lugar donde “no pasa nada” o reaccionar con ansiedad frente a una persona amable.
No es irracionalidad. Es tu sistema nervioso protegiéndote antes de que lo sepas.

Stephen Porges lo resume así:

“La neurocepción es la función adaptativa que permite al sistema nervioso responder antes de que tengamos conciencia de lo que ocurre.”

La buena noticia: tu sistema puede reaprender

Gracias a la neuroplasticidad, el sistema nervioso no es un destino fijo. Es una red viva, moldeable y adaptable.

Lo que se activó por supervivencia, puede reconfigurarse con seguridad.

¿Cómo se entrena la percepción de seguridad?

  • Experiencias repetidas de conexión segura
    • Relaciones donde nos sentimos vistos, escuchados, sostenidos.
  • Ambientes que no sobreestimulan
    • Espacios luminosos, sonidos suaves, contacto con la naturaleza.
  • Prácticas cotidianas de auto-regulación
    • Respiración lenta, movimientos rítmicos, sonidos prosódicos, tacto afectivo.

Estas experiencias reeducan la neurocepción, mostrando al cuerpo que no todo estímulo es una amenaza. Poco a poco, se construyen nuevas rutas neuronales que facilitan el acceso al estado ventral.

La seguridad no es solo una emoción:
es un estado fisiológico que se puede cultivar.

¿Y si no es trauma… solo es vida?

Muchas personas creen que estos conceptos aplican solo a quienes han vivido traumas severos. Pero la desregulación autonómica forma parte de la vida cotidiana.

Nos desregulamos cuando:

  • Dormimos mal
  • Estamos sobreestimulados
  • Hay conflictos relacionales
  • No escuchamos las señales del cuerpo

Esto no significa estar “rotos”. Significa estar fuera del estado ventral.

Gabor Maté lo explica así:
“El cuerpo siempre dice la verdad, aunque no siempre hable el mismo idioma que la mente.”

Cuando aprendemos ese idioma —el de los estados fisiológicos— dejamos de juzgarnos por sentir y empezamos a leer nuestras respuestas como legítimas y transformables.

Ejercicio de autorreflexión: ¿cómo responde tu cuerpo?

Piensa en una situación reciente en la que te sentiste desbordada, paralizado o reactiva. Pregúntate:

  1. ¿Qué señales dio mi cuerpo?
  2. ¿Qué interpretó mi sistema nervioso?
  3. ¿Qué necesitaba ese estado para volver a sentirse seguro?

Este simple acto de conciencia puede ser la puerta de entrada a un nuevo mapa corporal, uno que no exige, no fuerza, no juzga, sino que acompaña.

De la teoría a tu cuerpo – regularse es volver a casa.

Aplicaciones cotidianas de la neurofisiología polivagal

Saber que no podemos controlar lo que sentimos porque el cuerpo actúa antes que la mente no es solo una idea interesante: es un cambio de paradigma vital.
Aplicarlo en la vida real puede transformar la manera en que:

  • Educamos

Un niño que grita o desobedece quizá no está “portándose mal”, sino expresando un estado simpático de lucha o una desregulación dorsal. Si lo interpretamos así, podemos dejar de castigar y empezar a co-regular.

  • Criamos

Cuando un bebé llora o un adolescente se aísla, su sistema está pidiendo regulación, no soluciones mentales. Aprender a leer esos estados y acompañarlos con presencia puede cambiar la historia vincular.

  • Trabajamos en salud

Si una persona no logra “calmarse”, no necesita que la juzguemos o que la racionalicemos, sino intervenciones que restauren su percepción de seguridad: respiración, tacto, voz, mirada, espacio.

  • Vivimos

La próxima vez que reacciones sin “poder evitarlo”, pregúntate:
¿Qué le está pasando a mi sistema nervioso? ¿Qué necesita ahora para volver a casa?

Prácticas cotidianas para volver al estado ventral

Estas herramientas simples no son soluciones mágicas, pero pueden ser interruptores que invitan al sistema a reconfigurarse hacia la seguridad:

🔹 Respiración diafragmática lenta

  • Inhala 4 segundos, exhala en 6.
  • El nervio vago responde a la exhalación prolongada.

🔹 Sonido y voz

  • Canta vocales, tararea, escucha música suave con ritmo prosódico.
  • El sistema vagal ventral se activa con las frecuencias de la voz humana calmada.

🔹 Movimiento rítmico

  • Camina en la naturaleza, balancea tu cuerpo suavemente, baila sin exigencia.
  • El movimiento rítmico es un lenguaje directo para el sistema nervioso.

🔹 Tacto seguro

  • Abraza, sostén tus manos, acaricia una mascota, recuéstate sobre una superficie sólida.
  • El contacto corporal seguro calma, estructura y regula.

🔹 Mirada y conexión

  • Busca ojos amables. Un rostro seguro modula el nervio vago.
  • La co-regulación es el principal camino hacia la auto-regulación.

El objetivo no es evitar la activación, sino fortalecer nuestra capacidad para regresar al centro con más rapidez, compasión y conciencia.

Conclusión: no estás roto, estás desregulado

La revolución de la Teoría Polivagal es sencilla, pero profunda:
Tu cuerpo no te está fallando. Está haciendo su trabajo. Solo que a veces, ese trabajo está basado en aprendizajes que ya no necesitas.

Cambiar no es forzarte a pensar distinto, sino enseñarle a tu cuerpo que ahora es seguro sentir.

“Cuando comprendes tus estados, dejas de luchar contra ti mismo y aprendes a regresar a casa.” – Polyvagal Education

📚 Bibliografía consultada

  • Porges, S. W. (2011). The Polyvagal Theory: Neurophysiological Foundations of Emotions, Attachment, Communication, Self-regulation. Norton.
  • Dana, D. (2018). The Polyvagal Theory in Therapy: Engaging the Rhythm of Regulation. Norton.
  • Maté, G. (2021). The Myth of Normal. Penguin.
  • Ogden, P., & Fisher, J. (2015). Sensorimotor Psychotherapy: Interventions for Trauma and Attachment. Norton.
  • Schore, A. N. (2012). The Science of the Art of Psychotherapy. Norton.

Cierre y visión: lo que viene en Polyvagal Education

Ahora que sabes que no se trata de controlar lo que sientes, sino de comprender desde dónde lo estás sintiendo, comienza un camino distinto. Un camino que no exige perfección ni control, sino presencia, respeto y práctica.

La Teoría Polivagal no es solo una teoría. Es una puerta hacia una forma más humana de vivir. Más coherente, más compasiva, más encarnada.

“Tu cuerpo no te sabotea. Solo necesita que lo escuches en su idioma.”

Y para eso nace este blog.

En Polyvagal Education vas a encontrar mucho más que explicaciones. Vas a descubrir un espacio donde la ciencia se vuelve experiencia, donde la fisiología se traduce en herramientas cotidianas, y donde cada entrada será una invitación a explorarte, regularte y comprenderte mejor.

💡 Lo que podrás leer en los próximos artículos:

  • Cómo identificar tu estado nervioso en tiempo real.
  • Qué necesitan los niños (y adultos) desregulados.
  • Cómo impactan el trauma, las redes sociales o las hormonas en tu sistema nervioso.
  • Cómo usar el cuerpo como vía de regulación (voz, respiración, tacto, movimiento, mirada…).
  • Qué tiene que ver todo esto con la salud mental, la educación, la crianza, el estrés o el bienestar.

Y sobre todo: cómo hacer de tu cuerpo un lugar más seguro para habitarlo.

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Este no es un blog más. Es una experiencia educativa y reguladora. Es un regreso a ti.

Bienvenida a Polyvagal Education.
Tu sistema nervioso lo va a agradecer.